En lo más profundo del bosque Lendorian, donde los árboles brillaban y sus hojas susurraban secretos,vivía Elentari, una elfa de cabellos plateados. Su hogar estaba en el único claro iluminado por la luna, rodeado de flores luminiscentes y mágicas.
Era conocida por su habilidad para comunicarse con los árboles. Pasaba horas conversando con ellos bajo sus copas o en sus ramas, compartiendo risas y relatos de otros tiempos más antiguos. Sin embargo, no todo era felicidad. El gran árbol, el más viejo y sabio de todos, le había advertido de que un dragón, enorme y oscuro, había despertado de su letargo y amenazaba con arrasar con el bosque.
Una noche, Elentari sintió la llamada. Sus amigos la necesitaban y, con más determinación que nunca, acudió en su ayuda. Armándose de valor, cogió sus flechas de piedra luna y su arco de madera sagrada. Y se adentró en el bosque. No obstante, lejos de encontrarse con un monstruo lleno de ira, lo que encontró fue a una pequeña criatura asustada pidiendo clemencia.
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