04 agosto 2025

Cartas desde el otro lado - Publicado en Infonorte digital el 4 de junio de 2025




La primera carta que me llegó fue durante una mañana fría de enero.

La encontré en mi buzón, sin remitente, escrita a mano en una caligrafía que ya casi había olvidado: la de Felipe, mi hermano, desaparecido hacía unos 10 años atrás.

"¿Aun te acuerdas de mí?", decía.
"No estoy tan lejos hermanita."

Recuerdo haber pasado los siguientes días pensando en quién podía estar gastándome una broma de ese tipo. Pero al mes siguiente, recibí otra. Y luego otra, y otra... Y en cada una de ellas me hablaba de cosas que solo él y yo conocíamos: las tardes en el columpio oxidado del parque, las noches en las que nos escondíamos para huir de las borracheras de papá, la promesa que nos hicimos bajo aquel árbol...

Así que empecé a buscarle, como cuando lo hice al día siguiente de notar su ausencia. Pero esta vez no acudí a la policía. 

Lo busqué en los viejos álbumes de fotos de la familia, entre los escombros de la casa familiar ahora en ruinas, en los silencios incómodos de mi madre cuando la visitaba en la residencia. Ella, siempre tan culpable de todo, la que siempre me decía “no lo busques más”.

Releí las cartas varias veces y, cada vez que lo hacía, iba hilando una historia completamente distinta. Una en la que, en mi cabeza, iba cobrando forma la idea de que Felipe no me había abandonado, sino que lo habían obligado a hacerlo. Una historia de miedo, de complicidad callada, de heridas aun abiertas pero ya cubiertas de polvo. 

Cuando recibí la última de ellas, la abrí casi temblando. No había letras. Tampoco números. Solo un dibujo de un árbol seco, con una cuerda colgando de una de sus ramas. 

Conocía aquel árbol. Era el nuestro, donde nos sentábamos a compartir confidencias, donde nos hicimos aquella promesa. 

Agarré la linterna, cogí las llaves del coche y me fui hasta allí a toda prisa. No necesitaba ayuda de nadie pues, la memoria y la culpa, guiaban mis pasos y me otorgaban la valentía que necesitaba para enfrentar lo que durante años había decidido no ver. 

Y allí estaba: bajo el árbol, entre las piedras, encontré los restos de una pequeña cruz de madera. Y supe que las cartas me habían estado llamando. 

"No te olvides de mí.", decía la última. “Papá sí lo hizo.”

Pero esta vez, yo no lo haría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Secretos - Publicado en Magazine Norte Gran canaria el 31 de julio de 2025

Como cada noche, Lucía se encerró en su cuarto para leer el libro, ese donde las palabras parecían cobrar vida bajo la tenue luz de su lámpa...