26 mayo 2025

El Faro Apagado - Relato publicado en Infonorte Digital el 21/05/2025

El faro apagado

Olga Valiente





Como cada noche, desde que murió mi abuelo en alta mar, el faro seguía encendiéndose solo.

En el pueblo se decía que era el viento, la sal acumulada o una parte del viejo mecanismo que se había oxidado por el paso de los años. Pero yo sabía la verdad.

Mi abuelo vivió allí toda su vida, desde que sus padres llegaron al pueblo sin nada que comer y sin un centavo en los bolsillos. El antiguo farero les dio cobijo, enseñándoles todo lo que sabía y convirtiéndoles en la siguiente generación de fareros. 

Desde que se fue, nadie ha vuelto a vivir allí. Puede que por lejanía o, tal vez, por las historias tenebrosas que de él se cuentan, pero, lo cierto es que sigue vacío. Y ahora no solo alumbra en las noches en las que la tormenta amenaza a los barcos, sino que aportaba luz a las noches tristes en las que mi abuela lloraba en el puerto, mirando al horizonte, esperando respuestas de quién ya no volvería.

Dos años duró aquella luz, aquellos destellos que el faro, y mi abuelo, enviaban en forma de señal, de mensaje de amor hacia los suyos. 

Hasta que una madrugada no brilló más. Justo cuando la abuela no volvió a abrir los ojos.

Desde entonces, cuando el viento sopla fuerte y las olas chocan enfurecidas contra las rocas, si te acercas al acantilado, puedes ver dos luces bailando juntas sobre el mar. Estrellas, según el pueblo; milagros, bajo mis ojos, promesas de que el amor perdura más allá de la vida. 

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