Escuché ruidos en mi jardín. No sabía que había venido a refugiarse. Era pequeña y dorada, y tenía el pelo naranja. ¡La vi tan triste! Los humanos habían talado su bosque y ensuciado su río. Había pasado la noche allí, en mi maceta favorita, llorando. Quise devolverle la fe en la humanidad y planté un árbol. Sus alas revolotearon dándome las gracias, y sentí como su magia invadió mi alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario